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Tema 17. Fármacos contra la ansiedad y la depresión.

 

Fármacos Ansiolíticos

La ansiedad es un mecanismo fisiológico que nos prepara para dar respuesta ante lo desconocido, nos pone en estado de alerta con el fin de superarlo. Cierto grado de ansiedad se considera normal incluso positivo, el problema ocurre cuando la ansiedad se convierte en exagerada o desproporcionada, o se prolonga en el tiempo. En ese caso puede requerir tratamiento con fármacos ansiolíticos. El efecto ansiolítico es el primer paso de un bloqueo del sistema nervioso central, le siguen el efecto sedante, el hipnótico y por último el coma. Por eso, algunos de los fármacos de este grupo pueden utilizarse en trastornos del sueño o cuando se requiera un efecto hipnótico como en la anestesia general.

 

Los fármacos ansiolíticos más utilizados son las benzodiacepinas.

Las benzodiacepinas actúan de forma selectiva sobre los receptores A del ácido gamma aminobutírico (GABAA) aumentado su frecuencia de apertura en presencia de GABA. En ausencia de GABA, las benzodiacepinas no activan los receptores GABAA aunque si pueden activar algunos receptores mutantes.

Hay muchos tipos de benzodiacepinas, y aunque prácticamente todas presentan la misma eficacia ansiolítica, las más utilizadas en los trastornos de ansiedad son: Clonazepato, Alprazolam, Lorazepam, Diazepam y Clordiaxepóxido.

Otras son utilizadas preferentemente para tratar el insomnio y se verán en el apartado de hipnóticos y sedantes. El Midazolam puede utilizarse también en los trastornos de ansiedad pero su principal uso en como preanestésico por su efecto de amnesia anterógrada o como anestésico general en asociación con otros fármacos.

 

Las benzodiacepinas pueden administrarse por diferentes vías, incluyendo la oral, dérmica, intravenosa e intramuscular. Por su carácter lipófilo se absorben bien y rápidamente y se unen en porcentaje elevado a proteínas plasmáticas como la albúmina por lo que en casos de hipoalbuminemia, su potencia puede incrementarse de forma llamativa por el aumento de fármaco libre. Sufren metabolismo a través del citocromo P452, en concreto mediante la CYP3A4 lo que ocasiona que fármacos que inhiban este sistema (como el ketoconazol y los macrólidos) puedan potenciar los efectos de las benzodiacepinas mientras que aquellos que lo inducen (rifampicina, omeprazol o nifedipino, entre otros) pueden disminuir su eficacia. Una vez metabolizadas se excretan por la orina en forma de glucurónidos o metabolitos oxidados, algunos de los cuales conserva actividad farmacológica.

La semivida de eliminación es variable en función de unas y otras y en función de esto se han clasificado las benzodicepinas en acción corta (midazolam y triazolam), acción intermedia (alprazolam, bromazepam, lorazepam o nitrazepam) y acción larga (clordiazepóxido, clorazepato, diazepam o flunazepam).

 



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