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Tema 18. Fármacos contra las psicosis y las manías.

 

Los fármacos utilizados en el tratamiento de la psicosis se denominan neurolépticos o antipsicóticos

Comúnmente los antipsicóticos se dividen en típicos y atípicos, diferenciándose por su mecanismo de acción.

 

Antipsicóticos Típicos.

El primer antipsicótico típico fue la Clorpromazina que apareció a mediados del siglo XX. 

 

Químicamente los antipsicóticos típicos se agrupan en varias clases de las que las más respresentivas son:

   • Las Fenotiazidas con la clorpormacina como principal respresentante.

   • Las Butirofenonas cuyo fármaco prototipo es el haloperidol.

 

La absorción oral de las fenotiazidas no es muy rápida y su biodisponibilidad es baja (30 – 35%) por el alto fenómeno de primer paso. 

El haloperidol  se absorbe por vía oral mejor que la clorpormacina con biodisponiblidad en torno al 60% y se metaboliza a nivel hepático con una sevimida que oscila entre las 18 y las 24 horas. 

 

Los efectos adversos de los antipsicóticos típicos son los extrapiramidales induciendo síntomas parkinsonianos. 

Los fármacos más potentes causan menos efectos sedantes y menos hipotensión pero mayores efectos extrapiramidales y con los menos potentes ocurre lo contrario. Esto se explica porque cuanto más potentes sean, mayor afinidad presentan por el receptor D2 y por lo tanto mayor probabilidad de causar efectos adversos relacionados con este mecanismo.

 


 

Antipsicóticos Atípicos.

Se desarrollaron posteriormente a los típicos y presentan una eficacia y unos efectos adversos diferentes. Varias hipótesis tratan de explicar el mecanismo antipsicótico de estos fármacos, por un lado podría estar relacionada con el bloqueo de los receptores D2 y D4, por otro con el bloqueo de los receptores D2 y 5-HT y por último su menor afinidad por los receptores D2 parece que evita los efectos extrapiramidales. Los fármacos antipsicóticos atípicos más comunes son:

   • La Risperidona.

   • La Clozapina.

 

Estabilizadores del estado de ánimo.

El litio y la lamotrigina son los más utilizados en la depresión bipolar y el ácido valproico resulta de utilidad en la irritabilidad y la impulsividad.

 

La manía también responde al tratamiento con algunos antipsicóticos.

El litio se suele administrar en forma de Carbonato de Litio. A concentraciones terapeúticas penetra en la célula a través de canales de sodio produciendo diversos efectos intracelulares cuyo resultado final es la reducción de la neurotrasmisión adrenérgica, muscarínica y serotoninérgica a nivel del SNC. 

El margen terapéutico del litio es escaso. Se recomienda mantener valores de 1,2 a 1,5 mEq/l para lograr el efecto antimaniaco y de 0,7mEq/l para la profilaxis de recidivas. El control de las concentraciones plasmáticas de litio ha de hacerse por las mañanas, 10 – 12 horas después de la última dosis y depositando la sangre en un tubos sin aditivos. 

A pesar de estos inconvenientes, el litio es el tratamiento más eficaz para el trastorno bipolar y el único que ha demostrado en ensayos clínicos que disminuye el riesgo de suicidio en pacientes con este trastorno.

 

 



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